lunes, 9 de junio de 2008

Mi historia personal de deposiciones segunda parte

Continúo con mi historia personal de deposiciones. Aunque dicen que segundas partes nunca fueron buenas...

Estreñimiento

La época de estreñimiento vino cerca de los trece años. Las deposiciones desaparecieron. ¿Será por qué entre en la edad del pavo? ¿Será por qué sufrí mi primera crisis del papel en blacon? ¿Será por qué descubrí la masturbación? No, no fue nada de eso, aunque influyera. La razón fue muy clara, el instituto pequeño.

Hasta hora, durante toda mi vida, había escrito porque me lo mandaban y sobre todo porque así podía demostrar que yo sabía hacer algo bien. Pero entonces llegó el instituto pequeño y aquello, con todo los respetos, era una mierda. En los dos años, solo recuerdo haber escrito algo parecido a la literatura una vez. Allí lo único que importaba era los examenes, los examenes y los examenes. Sobre todo en Lengua.

Recuerdo que el ejercicio consistía en hacer un cuento utilizando cuatro palabras que te daban. Yo lo tuve claro, aquello tenía que ser una historia de genero. Por aquel entonces estaba maravillado con el cine negro clásico, así qué blanco y en botella. Escribí un cuento sobre la muerte de un detective, en un caso confuso, con una femme fatale que se salía con la suya.

Lo lleve emocionado a clase y pase los días siguientes esperando que la profesora los comentará en alto y yo recuperará mi trono. Pero lo que hizo, fue devolvernoslo con una nota, en el mio ponía: "Algo confuso, pero no está mal" ¿Confuso? claro que era confuso, era cine negro, tiene que ser confuso. Tarde muchos años en comprender que aquella señora, a pesar de lo que yo creyera de los profesores, no era una intelectual y a lo mejor en su vida supo lo que era el cine negro y solo era una madre que se ganaba el pan enseñando sintaxis. Pero a mí, aquello me dolió.

Argumentaciones

Por fin pasé al insti grande y por fin volví a escribir con regularidad. El primer año nos mandaban redacciones sobre temas, no era mucho pero menos da una piedra. Yo las hice bien y quede satisfecho. Pero aquello no era suficiente. Y entonces llego Teresa.

Teresa era una profesora de Lengua muy dicharachera y alegre, que sabía todo de literatura. Obviamente tardamos poco en hacer buenas migas. Sobre todo, porque a ella le encantaba como escribía. Sé que el primer año le escribí muchas cosas, pero no recuerdo nada en especial. Ahora, del segundo año lo tengo grabado en la memoria.

Ese años empezamos a preparar la selectividad, y una de las partes del examen de Lengua era hacer una argumentación ¿Alguien se puede imaginar escribir algo más aburrido que explicar porque estás a favor de algo, cuando te importa un pito? !Y se suponía que aquello servía para determinar si sabías escribir! A mí me pareció un atentado contra mis deposiciones. Así, con todas mis hormonas altaneras, le dije a Teresa que yo ya sabía hacer aquello y que no iba escribir argumentaciones. Ella me dijo que podía no hacerlo, pero era un ejercicio de clase y si no lo entregaba suspendería.

Le tomé la palabra y cada semana entregaba "mis argumentaciones" y ella cada semana me decía que estaban mal ¿Por qué? Porque todas mis argumentaciones eran relatos. Yo expresaba mi opinión a mi manera, con personajes, historia y entretenimiento. Teresa nunca lo confesó, pero aquel juego le encantaba. Cuando me devolvía aquellas argumentaciones llenas de boli rojo, siempre se reía y me decía "Pero ¿Qué voy a hacer contigo?

Al final de curso, me propuso un reto "Escribe una argumentacion de porque debes escribir argumentaciones al uso. Si me convences, te dejo que sigas haciendo lo que quieras" Me esmeré todo lo que pude en aquello argumentecíón, tire de Miguel Hernandez, de Lorca y de todo aquel que hubiera respondido a una cuestión con literatura. Cuando me lo devolvió me dijo: "Está muy bien, tan bien que... te ha faltado muy poquito para convecerme. Lo siento, tienes que hacer argumentaciones" Me dió igual, yo había ganado.

Anexos a esta historia:

1-En selectividad se me olvidó hacer la argumentación y cuando repasaba el examen para entregarlo me di cuenta y argumente todo lo que pude en los dos minutos que me quedaban

2-En mi último año Teresa ya no me daba clase. Hubo un concurso de relatos. Yo presente un relato muy vanguardista, sin puntos y con personajes de los que no se diferenciaban cuando hablaban y cuando pensaban. Logicamente perdí, pero a pesar de que lo presente bajo pseudonimo, Teresa me pillo en un pasillo y me dijo que era muy bueno y que ella me había votado.

Ese examen de Literatura Universal

Solo he suspendido dos veces fuera de la universidad; una fue plastica, porque entregue unos trabajos tarde y las notas ya estaban impresas y no pudieron ponerme el aprobado. Y la otra fue literatura úniversal.

La cosa fue muy sencilla, yo acababa de tener un examen bastante aburrido de historia y tras cinco minutos en el pasillo, me tocaba el examen de literatura universal con Carmen, una profesora muy loca, con la que me llevaba muy bien. El caso es que cuando me pusieron el examen y vi que aquellas preguntas, supe que requerian mucho tiempo de concentración y a mí no me apetecía. Así que ideé un plan maestro. Mis hormonas altaneras y yo comezamos a escribir:

"Querida Carmen, este examen es muy largo y estoy muy cansado, así que te propongo un trato. Voy a escribir un cuento en vez de hacer el examen, si lo lees me apruebas y si no lo lees, pues suspendo. A partir de aquí solo puedes leer si me vas a aprobar"

Os juro que esto es verdad, incluso mi amigo P. se aprendió de memoría el parrafo que de verdad escribí aquel día. Por supuesto Carmen se leyó el cuento y aun así me suspendió. Eso sí, con un cuatro.

Os estaréis preguntando ¿Como puedes ser tan chulo? Y sobre todo ¿De verdad creias que ibás a aprobar? A la primera no puedo cotestar, a la segunda puedo contestar con un rotundo sí. A principio de curso Carmen nos mandó escribir un texto sobre la biblioteca de Babel de Borges. Yo hice una especie de prosa poetica que ahondaba en la idea de un libro que el ser humano buscaba y buscaba desde los tiempos inmemoriales en la gran biblioteca, y que el día que lo encontrará, nadíe usaría más la gran biblioteca, así que se escondía de ellos, cambiando de sitio cada poco tiempo.

A Carmen le gustó tanto, que dedicamos una clase entera a analizarlo. Lo leimos cinco veces y toda la clase se giraba cada poco para mirarme y sonreirme ¿Y que quereis que os diga? Yo en ese momento estaba seguro de que iba a ganar el premio Nóbel. Y ¿Quién iba a rechazar un trato con un futuro premio Nóbel?

Los cuentos del Avenida

Está parte me da bastante vergüenza. Es muy personal y además voy a quedar como un poco cursi, pero en fin, creo que tengo que contarlo.

Durante la universidad conocí a mi ex-novia. Rapidamente me enamoré de ella, pero como muchos ya habreís intuido, mis tacticas para conocer mujeres no son muy depuradas. Así que siempre que estaba con ella decía idioteces. Un día mismamente le dije, con mis dos pelotazas: "Todo el mundo dice que soy un genio escribiendo" Ella obviamente se rió de mi. Yo seguí tirandome el pisto y le dije que me diera su mail que le enviaría algo. Lo hice, y pesar de su entusiasmo inicial, no nos acercó más

Entonces un día, me contó que tenía muchos problemas de imsomnio. Yo fuí a decirle una cosa, pero me callé, porque tenía en mi mano un plan maestro. Esa misma tarde escribí un cuento infantil y se lo mandé con un mail en el que le contaba que de pequeño la única forma que tenía mi padre de hacer que me durmiera, era contandome un cuento.

Al día siguiente noté que algo había cambiado entre nosotros. Ella me dijo que había dormido como no lo había hecho en meses. Yo agache la mirada, ruborizado. Desde aquel día, cada tarde me sentaba para escribirle un cuento. Por primera vez tenía una rutina de escritor, de ocho a nueve sentado frente al ordenador, y fue gracias al imsomnio.

¿Por qué el titulo de Cuentos del Avenida? Porque en todos ellos aparecía el Bar Avenida, que era el bar de mi abuelo. A ella le encantan los bares.

La ECAM

Puff, bajo este epigrafe hay que escribir tanto, que me lo reservo para otro día. Aun así decir que aquí me hizo escritor, de los que necesitan escribir todos los días y no se sienten conformes casi nunca con su trabajo.

El Blog

Bueno, pues aunque no lo creias es un paso más para mí. Porque por primera vez me expongo, a pecho descubierto. Siempre me ha dado mucha verguenza que me lean, sobre todo gente que no sé lo que va a opinar. Así que hasta ahora había ido sobre seguro, solo lo leía gente de confianza. Pero gracias a todos los que estaís por ahí, me he dado cuenta de dos cosas. Que la gente puede leer algo, porque le apetece, y no dar un juicio. O sea, sin decir está bien o está mal. Simplemente leer, por entretenerse. Y segundo que tengo un estilo. Yo no me había dado cuenta pero por lo visto en estos años de escuela he desarrollado un cierto estilo hipnotico y eso me gusta. Desde ahora lo llamaré el estilo supositorio, porque hace que salgan mis deposiciones.

Bueno, pues me despido, que menuda chapa os he dado. A los fans de la escatología, tranquilos un día de estos volveré.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno Corra, yo solo te digo que me enganche a tu blog, lo puse hasta en favoritos para poder meterme siempre que quiera.
Peeeero sigo sin decirte quien soy.

Corra dijo...

Ay, estos anonimos! Pareceis el guerrero enmascarado. Que me parece bien, pero al menos poneros motes o algo, para que os pueda diferenciar y no tener que hacer estudios sintacticos para saber que Anonimo es el que odia la escatología y a cual le gusta mi cartel de Seymour Glass (Del que nadie a comentado nada, por cierto)

Bueno, aun así, un beso (o abrazo si eres hombre) y gracias por leerme.

Anónimo dijo...

ectro28tú, desgraciao, hay que comprarlo todo YA, que tenemos que salir el 20 por la noche porque el 21 los trenes llegan muy tarde
y preparar la comida como si de una acampada se tratara, y llevar mi saco al decathlon que se ha roto (los 3, sí, qué pasa)
ai
muaaaaa

Anónimo dijo...

Un post estupendo, Corra.