jueves, 6 de noviembre de 2008

¿Por qué contar historias?

Desde pequeño me gusta contar historias. Para quien me conozca sabe que soy capaz de explicar cualquier cosa mediante una historia, ya sea falsa o verdadera. Pero desde aquella tierna infancia tambien me di cuenta de que hay épocas en las que no me interesa contar ninguna historia, me parecen todas vanales y sin ninguna gracia, son solo mentirijillas de chaval de barrio. Y por el contrario esa época coincide con una gran ilusión por escuchar historias. Lee vorazmente, elijo películas buenas y en las mesas de la facultad se cuentan historias cojonudas.

Esto es lo que hubiera contado un yo de hace dos días. Pero como estoy por salir de ese estado, voy a contarlo de una forma más interesante.

Los buscadores de perlas suelen ser la persona más famosa de los pueblos costeros. No por sus riqueza, aunque el oficio no esta mal pagado, si no por su capacidad. Para buscar perlas en las profundidades del mar, hay que bajar de forma tradicional, utilizando la vieja tecnica de la apnea, es decir descender sin ningun equipo de respiración, solo aguantando la respiración y dejando actuar a la hipoxia.


El motivo de tal locura es sencillo, pero tragico. Lo más peligroso de la apnea, no es lo que ataca a nuestro fisico, si no mental. El cerebro pierde cualquier referencia espacial, el cuerpo deja mandar señales de peligro y empieza a sufrir alucinaciones. Y es aquí donde entran las perlas; los buscadores dicen que solo en esos momentos de caos total, solo cuando bordean la muerte, es cuando pueden ver las perlas.

Siempre dicen que son las perlas las que las encuentran a ellos y no al reves. Creo que a los escritores no pasa algo parecido, pasamos meses de apnea, buscando y buscando, sin encontrar nada. Y de pronto cuando estamos rayando la locura, encontramos una historia, o una historia nos encuentra, da igual. Yo sigo en mi apnea literaria, esperando ver algo, aunque no sea una perla.